¿POR QUÉ SE VAN LOS JÓVENES DE HONDURAS?

El gobierno hondureño enfrenta en la actualidad un serio problema: la migración de niños y adolescentes que viajan por la llamada "ruta de la muerte" buscando el anhelado "sueño americano" ¿Qué los impulsa a marcharse del país, sabiendo que desafían múltiples peligros y que pueden, incluso, perder la vida en ese intento? Pese a todo lo hecho hasta hoy, principalmente por parte del gobierno norteamericano: deportaciones contínuas, reforzamiento de la seguridad fronteriza, promesas de aceptar bajo un estatuto especial a una parte de los niños y adolescentes y sus padres que califiquen para ello; en la generalidad del pueblo hondureño existe la creencia de que la migración no se detendrá. "Honduras es un desastre- aseveran- aquí ya no se puede ni comer, no digamos vivir con algún decoro, y para los jóvenes esta situación es fatal"

Para el actual gobierno hondureño, la razón principal es que se van huyendo de la amenaza de las maras y del acoso del crimen organizado que han sentado sus reales en la pequeña y empobrecida nación centroamericana, siendo ésta una problemática de "responsabilidad compartida" entre Honduras y Estados Unidos según criterio del presidente Juan O. Hernández.  Pero en el pensar de analistas independientes estudiosos del tema, así como para los hondureños comunes y corrientes, que lo conocen por experiencia propia y/o de sus familias, las causas son más profundas y tienen que ver con factores del comportamiento político y social de las entidades que -secularmente- se han hecho con el poder en el país, manejándolo bajo parámetros de exclusión, codicia, irresponsabilidad, corrupción, injusticia e impunidad, lo que que ha conducido a la nación al plano de postración económica extrema, desorden social y debilitamiento institucional que ostenta la Honduras actual. 

Para esos analistas, como para la mayoría de los hondureños, las causas antes citadas explican justamente la génesis del éxodo de los hondureños en pos de distintas geografías, en las que existan posibilidades ciertas- no utópicas o manipulas con fines políticos, de realizar sus sueños largamente sostenidos.