Foto:Imágenes de Google
Tomado del libro "Relatos de mi blog,II Parte de J.Winston Pacheco
El anciano acompañado del hombre de corta estatura se asomaron a la puerta principal de la vivienda. Miraron con displicencia el extraño cortejo que, justo en ese momento, se detuvo frente a la casa. Sin poner mayor atención a las ejecuciones del conjunto musical, sus ojos buscaron ansiosamente entre los circunstantes hasta descubrir al escritor que, al contrario de ellos, seguía con atención los movimientos del cortejo y los acordes musicales.
Lo invitaron a entrar en la vivienda, y, para sorpresa suya, el escritor aceptó de buena gana aunque era evidente que no los conocía. Se acomodaron en la pequeña sala de recibo en la que destacaban un estante repleto de libros, dos mesitas esquineras sobre las que reposaban unas lámparas de viejo estilo con decoraciones orientales, sobre la pared dos cuadros con escenas bucólicas y en medio de ellas un espejo ovalado de gran tamaño.
-Por un momento llegamos a pensar que no vendría- dijo el hombre de mayor edad con acento grave- Debo confesar que me sentí aliviado al verlo entre el cortejo.
-Acaso…¿me esperaban?- repuso el escritor intrigado.
-Por supuesto- afirmó el de pequeña estatura.
- Por lo visto no tuvo problemas para encontrar nuestra dirección ¿no es así?- agregó el más viejo de los anfitriones.
El escritor los observó de reojo, con más curiosidad si cabe, intuyó algo trascendente aunque indefinible en todo aquello.
-Bueno, si he de ser sincero todo esto me parece extraño -apuntó- Miré pasar esa procesión y a decir verdad me uní a ella por pura curiosidad. En realidad no sé de que se trata todo esto, ni sé….
- Por qué está aquí- el de baja estatura concluyó la frase.
-Asi es, en efecto- dijo el escritor- Quizás ustedes puedan explicarme eso de que me esperaban. ¿Nos hemos visto antes?Tengo la corazonada de que de alguna forma nos conocemos. No sé…explíquenmelo ustedes.
Los anfitriones intercambiaron una mirada cómplice. En el semblante de ambos había un dejo de preocupación. El de baja estatura se incorporó y fue a situarse cerca del espejo ovalado.
-En cierta forma nosotros lo trajimos- dijo el de mayor edad- Leímos una historia suya que tiene como protagonista un espejo como ese ¿La recuerda?
-Por supuesto, recuerdo bien esa historia.
-Usted cuenta de un sujeto que entra por el espejo y llega a otro lugar – señaló el de baja estatura- Y dice que una vez situado allá, mira hacia atrás y se ve a sí mismo, situado donde estaba antes mirando hacia el espejo ¿Es así?
-Es exacto- dijo el escritor visiblemente halagado- Veo que leen mis textos…
Una vez más los dos hombres intercambiaron la mirada de complicidad.
-Nos gustaría saber cómo se le ocurrió esa historia- dijo el de mayor edad.
-Si. ¿Quiere usted explicárnoslo con detalles?-recalcó a su vez el de baja estatura.
El escritor esbozó una sonrisa breve
-Bueno, tuve la idea simplemente, me pareció interesante y la desarrollé. Esas cosas nos pasan a los que escribimos. Ustedes deben saber que para un narrador todo es posible. Eso es todo- explicó.
-¿Todo?- inquirió el de baja estatura con acento enigmático.
En ese instante llegaron nuevos acordes musicales procedentes de la calle. Era notas extrañas, desconocidas.
-Bien amigo, le agradecemos mucho su tiempo y sus explicaciones, ha sido de mucho placer tenerlo aquí con nosotros- dijo el más viejo poniéndose de pie.
-¿Eso es todo? ¿Nada más? No van a decirme de qué se trata todo esto?-demandó el escritor.
- Es todo. Deseamos que su estadía aquí haya sido agradable y que lo sea más su regreso a casa- concluyó el de baja estatura.
- Bien, en tal caso, me voy- dijo el escritor visiblemente defraudado, dirigiéndose a la puerta que daba hacia la calle.
-No es por ahí- indicó el de mayor edad.
- La salida es por aquí- agregó el de pequeña estatura, señalándole el espejo.
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