Foto: Imágenes de Google
Desde la ventana de su apartamento ubicado en el sexto piso de aquel deslucido edificio, el señor Burns vio detenerse abajo, en la calle, el coche de modelo antiguo.
Arregló el nudo de su corbata, se alisó el cabello en el que ya se anunciaban algunas canas irreverentes y con un movimiento mecánico acomodó en su nariz la bruñida montura de sus lentes. Cualquiera hubiese dicho que los esperaba ¿Cómo? No se detuvo a elucubrar explicaciones, sólo sabía que eran ellos.
Unos minutos después llamaron a la puerta
-¿El señor Burns?- inquirió uno de los visitantes
-Si señor. Diego Burns, servidor de ustedes ¿en que puedo ayudarles?
-Señor Burns ¿tiene unos minutos? ¿Podemos entrar?
-Naturalmente, pasen adelante y siéntense por favor
Los dos hombres se acomodaron en el sofá en el pequeño salón de recibo, Diego Burns hizo lo propio quedando frente a ellos. Hubo un silencio grueso, expectante.
-Señor Burns- habló uno de los hombres- mi nombre es Pedro Danot y él es Tomás Ornilla, el motivo de nuestra visita es...
-Sus apellidos son extraños- cortó el señor Burns- ¿Son ustedes extranjeros?
-Bueno, yo diría que sí, en todo caso, pero más que extranjeros nuestros apellidos
son....desaparecidos
-¿Ah sí? ¿Y por qué desaparecidos?- inquirió con interés el anfitrión
-Nadie los lleva hoy día- indicó el señor Ornilla- Son como esos arcaísmos del lenguaje ¿Comprende usted?
-Por supuesto- Afirmó Burns- Ahora bien, me decía usted, señor Danot...
-Si... le hablaba del motivo de esta visita, la verdad es que estamos interesados en las tesis que usted plantea en su último libro "Imágenes de otro mundo"
-¿Ah sí? ¿Y que es lo que les interesa puntualmente? -preguntó el señor Burns
-Bueno- intervino el señor Ornilla- primero permítame preguntarle si usted considera su libro una obra de ficción o un ensayo científico
El señor Burns esbozó una breve sonrisa de escepticismo
- Y si le contesto que no es ficción ¿qué diría usted?
- Me asombraría su atrevimiento-puntualizó Ornilla con un dejo de ironía- No se puede afirmar hechos como los que usted describe sin hacerlos pasar por la prueba científica.
- ¿Ah sí?
-Por supuesto- exclamó el señor Ornilla un tanto alterado- y si no pasan esa prueba, los hechos en cuestión serían sin más literatura de ficción o quizás ficción sin literatura ¿De acuerdo?
-No- afirmó el señor Burns
Los dos hombres lo miraron incrédulos, más bien inquietos
-Muchas tesis o hechos planteados desde hace siglos fueron tomadas como fruto de una imaginación afiebrada, por no decir demencial- sentenció el señor Burns- Se les consideraba increíbles, irrealizables, pero el tiempo comprobó lo contrario, y lo hizo como usted afirma, científicamente
-De acuerdo, señor Burns - intervino el señor Danot- Lo admito, lo que usted ha dicho es verdad, pero ¿no cree que en su libro ha llevado las cosas al extremo?
El señor Burns tornó a esbozar su sonrisa escéptica, esta vez cargada de un cierto matiz burlesco.
- ¿Al extremo? ¿Por qué? - inquirió con tono suave- Vivimos al extremo, caballeros...¿Acaso no se dan cuenta?
Hubo un pausa.
En ese momento los tres hombres advirtieron que ya no estaban en el pequeño salón de recibo de la casa del señor Burns, sino en un paraje desconocido, en un mundo desconocido a la vez luminoso y grisáceo, cuyos límites parecían perderse en el infinito.
(Relatos de mi blog III Parte. por J.W.Pacheco)
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