Foto de: http://weltmx.blogspot.com/2011/02/caricaturas-
Mi hijo Fernando José me ha enviado este magnífico artículo sobre el amor en los tiempos actuales. Sonrío (no sé sin por nostalgia o impotencia) ante el hecho de que hoy este viejo asunto de las relaciones sentimentales ha sufrido un vuelco más espectacular e importante que los primeros vuelos al espacio exterior, tan reseñados en mi época adolescente, y esto como fruto de los avances tecnológicos. Todo me confirma las sospechas que he venido alentando desde hace algunos años, de que los adultos cada vez estamos más fuera de lugar, menos preparados, en la comprensión de estos signos de los tiempos actuales. En otras palabras, nada sabemos y menos entendemos de la vida y el mundo de la juventud y la tecnología.Vamos al artículo:
Dale like, suscríbete, comparte. Cuántas veces más
escucharé todo esto, como todo fanático de la tecnología sé perfectamente bien
que Luis Fonsi (cuando valía la pena escucharlo no como ahora) tuvo razón hace
años, “Nada es para siempre amor hoy nos toca COMPARTIR la misma luna...”, tuvo
razón en que nada es para siempre y en que todo el mundo iba a compartir la
luna como idiotas. Vivimos en el siglo del Internet, todos estamos conectados a
algo, yo soy un ejemplo, por qué carajo estoy escribiendo esta nota en
facebook, la respuesta es obvia, pero más allá de eso hemos de considerar que
este es el tiempo donde si no estás conectado entonces no existes, y vaya que
es algo serio esto, como si otrora la gente hubiera necesitado “vivir” de esta
forma para “vivir”.
Me hago a una idea retorcida, ¿se imaginan una
representación de las redes sociales en el siglo XIX? facebook sería como un
enorme mural puesto en medio de la plaza de un pueblo justo en frente de una
tarima, las personas tendrían que subir a la tarima a contarle a todo el
transeúnte lo que andaban haciendo, mostrar un enorme cartel con el cuento
resumido y habría un empleado municipal haciendo las de fotógrafo para capturar
el momento y “publicarlo” en el mural, así toda la gente sabría que el vecino
desplumó una gallina o que el alcalde le cambió las herraduras a su caballo por
unas “de marca” traídas de un herrero de afuera. Ya me imagino a más de un
ingenuo publicando su amor por “Dionisia” al tiempo que “Dionisia” llegaba para
decirle “Lo siento Dragoslavo, solo te quiero como mi leal camarada” dejando al
descubierto del pueblo la triste desgracia de una Friendzone en épocas
primitivas. ¡Boletín informativo! Dragoslavo ha decidido quitarse la vida
atándose a su carruaje para ser arrastrado, toda la información en el mural
oficial del pueblo.
Vaya locura la que vivimos. Se imaginan lo que es estar enamorado en estos
días.
Platicaba con mi padre hace unos días sobre esto, el me relataba como era en su tiempo cortejar a una dama. Yo le hablaba de este, donde para poder cortejar a una
dama primero es necesario conseguir todos sus perfiles oficiales en todas sus
redes, según la red social así el nivel de progreso.
Si te da el de instagram es para ser testigo de su postureo, que si te da el snapchat es
para irte consumiendo el alma por unos instantes mientras se borran los videítos que
evidencian un claro complejo de ser animal usando filtros para decorar una para nada
agraciada ni interesante rutina de todos los días, que si te da el facebook te da acceso
total a su mundo para compartir de todo, menos de algo productivo evidentemente y
por último su whatsapp, esa delgada línea entre la santidad de mensajitos tiernos y la
lujuria de desnudos “artísticos” cual fiel imitación de Rose y Jack en Titanic, un
nuevo dogma, el nuevo evangelio “El sexting”.
Es chistoso cuando te das cuenta que hay personas que tienen la
tendencia de no
hablarte en persona, pero cuando te escriben por facebook o
whatsapp no hay quien
las pare ¡maldita sea!
¿En qué momento los humanos
dejamos de tocarnos con miradas y penetrarnos con
las palabras?... pregunta
retórica, eso es desde que el Celestino cambió del amigo en
común a un smartphone. Sí, ahora la magia te la hace “el filtro”, “los seguidores”,
“dime cuantos
likes tienes y te diré si habrá sexo”. Smartphone, cuando un aparato
se volvió
más inteligente que el dueño, el mundo perdió todo rastro de sensatez, no
hay
nada de malo en aceptar que ahora las personas no son capaces de usar la cabeza
para cosas sencillas, ahora no puede decirse ni un simple “te amo” si no va
pegado
con un emoji, ya no sabemos cuál es la capital de Italia. (Noooooo, no es
Juventus la
¡puta madre!) sin tener que googlearlo en el cel, ya no sabemos cuál es la diferencia
entre un melocotón y un durazno sin hacer la encuesta en
twitter y peor aún, nadie
responde ya a las preguntas, ¡hay que llegar a los 10
mil likes! ¡válgame Dios!
Ahora en las escuelas los niños tienen twitter antes
que libros de texto, que bonito
era cuando podías mentarle la madre al profesor
usando los siempre útiles papelitos,
pues bien, a alguien se le
ocurrió que era mejor 140 caracteres.
Vivimos en la humanidad más inhumana de la historia,
lo cierto es que esto sólo podrá ir a peor, cuando las personas ya no necesiten
de otras para satisfacer el deseo de “lo social” y todo se vuelva tan
mecanizado e impersonal que no me extrañaría que se soltara el puto apocalipsis
y Skynet verdaderamente nos metiera el pendrive por el mero puerto y no, no es
en sentido figurado, estoy siendo gráficamente literal. Vivimos en una época en
la que ya no hablas con la gente, le escribes y lo peor es que le escribes mal,
la gente ya no escribe decentemente carajo (¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOO!... no se escribe
“enserio” ¡la puta madre!, se escribe EN SERIO). Es todo tan jodidamente
difícil que ya nadie se putea en la cara, todo es una exhibición de punchlines
en twitter, facebook, youtube y donde sea que haya alguien a quien no le
interese el pleito pero que lo pueda ver; ojo que aquí va una predicción,
llegaremos a una época en la que la gente va a pagar por ver el material “red
band” de pleitos y chismes en redes sociales, porque lo más seguro es que hay
alguien que en este momento ya le está sacando provecho a la idea. Vaya
pendejereta.
El amor en los tiempos de las redes sociales, no es
más que ser el más comercial de los amores compartiendo imágenes y textos
prefabricados por delante de intenciones igualmente prefabricadas, llenar el
universo de memes por cada estupidez que alguien cometa, haciendo cada vez más
difícil tener el derecho a ser imperfecto en la privacidad de la vida.
El amor en los tiempos de las redes sociales es pedirle a Dios por dos
cosas; o bien llega un ,cataclismo solar que acabe con todo satélite habido o
por haber devolviendo a la sociedad a un estado de total primitivismo que
aprendamos a ser humanos otra vez y volvamos a empezar (sé muy bien al igual
que ustedes que es muy probable que hayan suicidios masivos pero es culpa de lo
mismo, la gente ya no piensa si no es por android o ios); o bien nos educamos
para volver a ser personas, que viven, que sienten, que
sueñan, que aspiran a cosas más allá de lo establecido, que volvamos a ser
personas que busquemos un beso antes que un “like” y el amor antes que un “Te
sigue”.
Dale like, suscríbete, comparte, Mi libro satélite
natural de Neptuno 2: la confrontación de Isaías es un éxito de ventas en algún
puto mundo de LOL (chiste diseñado para algunos, pero para los que no lo
conozcan busquen a Dross en youtube... y síganlo). Ya hablando en serio, la
vida siempre ha sido más que una pantalla táctil en un dispositivo que valga el
triple del salario mínimo de un obrero, el amor es mucho más que el catálogo de
apps en una tienda virtual.
Fernando
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