ARTE DE PENSAR

jueves, 29 de diciembre de 2016

Viejas palabras para ahora



VIENTO DEL SUR

29 de Mayo, 2009, 11:54

Por: J.Winston Pacheco




Para cualquier estudioso de la historia política hondureña, es fácil percibir que las características más sobresalientes de nuestro proceso político histórico, han sido el uso del ardid malintencionado, la maniobra falaz para obtener los fines casi siempre personalistas o de grupo, el arte de la simulación y el culto personalista llevado a extremos de vileza, las violaciones reiteradas a la Carta Magna, el orillar al pueblo a la más abyecta dependencia etc; todo ello, conformando una "escuela" política instituida a lo largo de la vida republicana, y que ha llevado a la nación y a su pueblo a un desarrollo calamitoso con la consecuente pérdida del orgullo y la identidad nacional. Tenemos una nación, pero ante el fracaso del sistema institucionalizado por centurias, hoy se habla de "proyectos de país"

Alguien dijo una vez con certeza que muchos pueblos a quienes sus "lideres" les imponen este tipo de esclavitudes, parecen resignarse por un tiempo y hasta defender las cadenas que los atan y los cepos que les sojuzgan, hasta que sienten vergüenza, asombrados por la heroicidad y el espíritu de sacrificio de otros pueblos hermanos. Entonces se levantan y comienzan a reclamar sus derechos con acciones cada vez más decisivas. Entonces, también, los perversos y encallecidos "conductores" comienzan a temblar.

En el mundo moderno, especialmente en esta parte en donde echó sus reales el capitalismo inhumano y las formas de organización económico-política neoliberal, nuestros presuntos "lideres" han sabido emplear, entre otras, las técnicas de la repetición y la saturación publicitaria en un desesperado afán de mantener a sus pueblos con los ojos cerrados. Su tarea ha sido "representar" y decidir en nombre del pueblo, sin permitirle a éste una participación efectiva y real en la toma de decisiones que incidan en la vida política de la nación. No, no se le ha permitido al pueblo participar, aunque sus liderzuelos se llenan la boca diciendo que "el pueblo es el soberano". Lo cierto es que las determinaciones más sensibles se mediatizan o supeditan a los intereses de quienes se dicen sus "representantes legítimos", aunque sólo lo sean de manera formal, de acuerdo con normas que ellos mismos han creado y puesto en vigencia para mantener incólumes los intereses de su clase política y de los grupos que la manejan tras bambalinas.



Últimamente, sin embargo, esa clase política y sus titiriteros parecen estar sintiendo pasos de animal grande. De nada han servido los fantasmas que agitaron por décadas para atemorizar y mantener inertes a los pueblos. Un viento del Sur parece adquirir proporciones de torbellino, dando al traste con las anquilosadas concepciones de los defensores del statu quo y con sus falsos mitos. De nada sirve cambiar de máscara o agitar la hojarasca del miedo o la amenaza. En el Cono Sur otros pueblos le han dicho NO a la mentira, a la falsedad política, al paternalismo pernicioso, y se han alzado con su presencia viva y determinante.



Cuba, Brasil, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Chile, Paraguay, Panamá, Nicaragua y últimamente El Salvador, les han dado un ¡Hasta aquí! a sus anquilosados conductores diciéndoles: Ya no los queremos a ustedes con viejas o retocadas máscaras. Nosotros somos el pueblo y estamos dispuestos a jugarnos nuestro propio destino y escribir nuestra propia historia.



¿Y en el norte? En el norte también el pueblo norteamericano- admirable como todo pueblo- ha empezado a comprender que, como dijo Luther King:"Históricamente el capitalismo no sabe discernir la verdad en la empresa colectiva, y el marxismo no sabe ver la verdad en la empresa individual. El capitalismo del siglo XX ignora que la vida es social, y el marxismo no supo ver que la vida es individual y social. El Reino de Dios no es ni la tesis de la empresa individual ni la antítesis de la empresa colectiva, sino una síntesis que reconcilia la verdad de ambas"



Nota del blog: Exactamente un mes después de publicado este artículo en el blog que por entonces gestionabamos ( del que emigramos desde hace años), el gobierno constitucional hondureño fue defenestrado por un golpe de estado militar supuestamente sustentado en una serie de maniobras seudo legales, cuya verdadera esencia fue el temor de los sectores políticos, económicos y de otra laya, beneficiarios tradicionales del statu quo, ante lo que consideraron una peligrosa "apertura a sinistra" evidentemente aceptada por la mayoría del pueblo, pero que amenazaba, como es obvio, sus viejos privilegios como sectores dominantes desde la fundación de la república. Ninguno de esos sectores visualizó entonces que las consecuencias de aquel atropello a la Constitución serían cada vez más trágicas- como en efecto lo son hoy- para Honduras, un país donde la Carta Magna sigue siendo violentada mediante las viejas triquiñuelas  ahora convenientemente actualizadas.



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