ARTE DE PENSAR

martes, 25 de diciembre de 2012

NAVIDAD EN HONDURAS

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Una Navidad más que Honduras recibe con inocultable incertidumbre y marcada tristeza. 

La situación del país ha venido derivando hacia la disolución económica, social y política desde que se produjo - por la codicia desmedida de malos ciudadanos- lo que algunos denominan eufemísticamente crisis de junio 2009 pero que en realidad fue un Golpe de Estado. Desde entonces, como producto de factores humanos y sociales esencialmente ligados con aquellos hechos, se acentuaron las contradicciones internas y se dibujó en el horizonte de la patria la tenebrosa perspectiva del caos. 

Y no es, ciertamente, que la administración actual del país no haga nada por detener los fantasmas de la pobreza, la confrontación social, la corrupción en todos los campos de actividad pública y privada y sobre todo la inseguridad, que se ciernen apolípticamente sobre el sufrido pueblo hondureño. 

Es que las decisiones que se adoptan son inadecuadas, erráticas o francamente equivocadas por estar sujetas al interés partidista a ultranza. Ello es así porque al actual gobierno se le hace difícil, por no decir imposible, enfrentar a los sectores responsables de la crisis de junio 2009 incrustados impasiblemente en el propio seno de la administración pública. No puede hacerlo porque el gobierno mismo es el resultado de cábalas estrechamente vinculadas con los sucesos del 2009. 

El gobierno, y los medios corporativos afines a los grupos que gestaron y ejecutaron aquellos hechos funestos, tratan infructuosamente de manipular esta situación, cada uno haciendo los análisis y dando las versiones que les favorecen, pero sin convencer al pueblo, porque a éste quien lo convence son los hechos de la realidad por la que le toca transitar. 

Y esos hechos hablan con su claridad incontestable: hay enorme desempleo, pobreza, corrupción, violencia e inseguridad como pocas veces antes se ha visto, y, consecuentemente, hay insatisfacción generalizada. 

Por otra parte: los comicios internos recientemente realizados dieron muestras inequívocas de fraude y corrupción: manipulación de datos, compra de conciencias, adulteración de actas de escrutinio, negativa del Tribunal Nacional Electoral de revisar voto por voto los resultados de las urnas porque ello equivalía a mostrar al pueblo la evidencia del fraude. 

Esos son los hechos, y son irrefutables, por más que se ha tratado de disimularlos y de forzar "legalmente" al pueblo para que acepte como buenos los hechos consumados. 

Visto lo anterior, existe el temor real de que los comicios generales para elegir Presidente, diputados y corporaciones municipales en noviembre 2013, sean del mismo rasero, e invoquen a los hondureños a una situación imprevisible. Ojalá que esto no llegue a suceder. 

Ese es, finalmente, el cuadro en que discurren las actuales fiestas de la natividad en mi país. Solo nos resta esperar que la sabiduría popular sea tan grande como ha sido su estoicismo, y que obligue a los falsarios, codiciosos y corruptos a dejar de considerar a Honduras como su coto de caza o su feudo particular.

La esperanza es grande como los buenos sentimientos, por ello- pese a todo- deseamos que, cuando menos. la Natividad del Salvador del Mundo, transcurra sin dolorosas alteraciones en la mayoría de los hogares hondureños.

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