Durante todo el trayecto Samuel estuvo dándole vueltas a aquel pensamiento inquietante. La llamada telefónica que hiciera dos días antes. respondiendo al anuncio en el periódico, le provocó un absurdo desasosiego cuya causa no lograba identificar plenamente. Llegó a aquella ciudad al medio día, bajó en la estación del metro Sur 124. Enseguida abordó un taxi, gruñéndole al conductor la dirección que había anotado en la libreta. Siempre cargaba esa libreta cuando estaba de viaje. Diriase que desconfiaba de su memoria.
Aquel era un barrio tranquilo de clase media. Le agradó el hecho de que la casa tuviese una amplia área frontal de césped, con muchos árboles y jardines bien cuidados. "Los ambientes desolados o sombríos me deprimen- pensó- pero este parece mejor de lo que imaginé"
Oprimió el timbre y minutos después apareció una atractiva chica ataviada con desenfado: pantalón de mezclilla y camisa a cuadros de largas mangas enrolladas hasta los codos. Llevaba la larga cabellera rubia atada en forma de cola.
- ¿Es la casa de la señora Plaza?- preguntó Samuel disimulando apenas la atracción que de inmediato le produjo la chica.
- Si...¿se le ofrece algo? -repuso ella observándolo fijamente de arriba a abajo mientras en su boca se dibujaba una sonrisa..
-Mi nombre es Samuel Font, señorita, soy la persona que llamó por teléfono la semana pasada preguntando sobre la habitación que rentan, la que anunciaban en el diario...
-Si, lo recuerdo, fui yo quien le atendió- dijo ella.
-¿Usted?...juraría que era la voz de una persona de mayor edad...
- ¿De verdad? pero fui yo. Mi nombre es Lorena -recalcó al tiempo que le extendía la mano sin abandonar la sonrisa.
-Encantado, Lorena, yo...bueno...ya se lo dije, soy Samuel....Samuel Font, y estoy encantado de conocerla- respondió el muchacho.
-Mucho gusto, Samuel ¿Desea ver la habitación ahora?
-Claro, si es posible
-Pase usted, es la que queda al otro lado del jardín, estoy segura que le gustará- comentó ella.
A vuelo de pájaro Samuel advirtió el buen gusto en la decoración de la sala y el corredor interior. Era de estilo más bien antiguo, con cierto acento romántico.Se sintió complacido.
Cuando entraron en la habitación supo plenamente que ese era el lugar que buscaba. Era un sitio acogedor, limpio y adecuado para su propósito.Y además, tenía algunos muebles e implementos que sin duda le serían útiles. En las paredes colgaban algunas pinturas con expresivas escenas amorosas.
- Me gusta- comentó con cierto entusiasmo- realmente me gusta, parece la habitación de un artista.
- No se equivoca . señaló la chica- Bien, Son cuatrocientos al mes, sin incluir alimentación, la mitad al formalizar el trato, el resto al final del mes.
-¿Y con alimentación incluida?
- Serían ochocientos.
-Conforme, la tomo ahora mismo - dijo Samuel resueltamente, haciendo ademán de buscar su billetera.
-Excelente, pero antes debe darme sus datos, venga conmigo-indicó la muchacha
Se instalaron junto a una mesita del corredor.
-Samuel Font- musitó la chica mientras llenaba el formulario - Escultor ¿no es cierto?
En los ojos del muchacho se reflejó la perplejidad. Entonces reparó en los bellos ojos color miel de la muchacha.
-¿Cómo lo sabe?- inquirió con voz apagada- no recuerdo haberlo mencionado...
-Lo pensé solamente- explicó la muchacha sin abandonar su aire festivo.
-Eso me lleva a hacerle otra pregunta sobre algo que me inquietó desde que la vi en la puerta de entrada ¿nos conocimos antes en algún lugar? Juraría que hay en usted algo que me parece familiar...no sé...
-Siempre existe la posibilidad- dijo ella- aunque yo he vivido toda mi vida en esta ciudad y en esta casa, con mi madre y Pedrito, mi hermanito menor, Mi padre falleció el año pasado. Y usted, según entiendo, viene de otra parte ¿no es así?
-Tiene razón, yo vengo de Puerto Azul en el litoral. Es la primera vez que visito esta ciudad, el Museo de Arte Moderno me invitó a participar en la muestra de escultura que presentarán a fines de mes. Sin embargo, me parece usted tan familiar, como si hubiésemos sido amigos antes. Y a propósito ¿Donde está su madre y su hermano?
-Alejandra, mi madre, ha estado muy delicada de salud desde hace algún tiempo, ahora se encuentra reposando en sus habitaciones, y Pedrito está en su escuela.
-Entiendo. Lamento lo de su mamá. Le firmaré el documento y luego iré a hacer los arreglos para traer mis cosas ¿le parece bien? Regresaré dentro de un par de días.
- De acuerdo- dijo ella extendiéndole el documento.
Ella lo acompañó a la salida y ya en la despedida el muchacho comentó:
-Su casa es muy bonita, tiene el ambiente propicio para mi trabajo, me siento muy agradado de estar aquí y de tener una bella y amable anfitriona.
-Gracias Samuel, yo también me alegro. Permítame preguntarle algo antes de que se marche ¿Que obra presentará en el Museo de Arte Moderno?
-Estoy por terminarla, pero la verdad, todavía no se me ha ocurrido un nombre.
.Porqué no la llama "Amor de piedra"- señaló ella- es un nombre apropiado ¿no cree?
Quedó de una pieza, sin atinar a articular palabra. En ese momento se escuchó en el fondo la voz de la madre de Lorena llamándola insistentemente.
-Me sorprende usted- apuntó él - ¿Por qué me sugiere ese nombre?
-Bueno, el amor siempre ha sido un tema artístico ¿no es cierto? y más si es tema de una creación auténtica- afirmó con una leve sonrisa indefinible.
Le extendió la mano en gesto de despedida y cerró la puerta tras de sí.
Días después, cuando retornó con sus cosas, Samuel fue recibido por doña Alejandra.
-Encantado, señora Alejandra, soy Samuel Font, el escultor, su hija Lorena quizás le habló de mí.
Ella lo miró con una expresión de dulzura y satisfacción.
- Pase usted adelante, Samuel, debo hablar con usted una palabras- dijo ella
. Si señora
- ¿Le gusta la habitación?
- Me encanta. Se lo dije a Lorena, es perfecta para mi trabajo- repuso el muchacho.
-Es la habitación de Lorena, ella en un tiempo realizó pinturas que tuvieron mucho éxito, le mostraré una que llamó "Amor de piedra" aunque no la terminó
Samuel palideció, al tiempo que experimentaba un repentino desasosiego. Al ver la pintura la sensación se acrecentó.
-Es...increíble- balbució- Esto no puede ser, es...es idéntica a mi escultura, como si fuera un boceto...
-La hizo pocos días antes de morir en un accidente automovilístico junto con mi esposo Antonio... Ella me aseguraba que un artista vendría a ocupar su habitación si ella desaparecía- concluyó doña Alejandra con la voz quebrada por un sollozo.
Relatos de mi blog. José Winston Pacheco
Imagen/ Museo de Arte Moderno. Santiago, Chile.
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