Un breve escalofrío le recorríó la espalda al momento en que traspuso el umbral de la casa del anticuario, Cualquiera hubiese pensado que estaba influenciado por los cuentos que circulaban en torno al viejo Leoncio, el dueño de la tienda, pero intuyó que aquel reflejo nervioso nada tenía que ver con ese hombre que por otra parte le pareció muy educado y amistoso.
- ¿Se le ofrece algo?-preguntó don Leoncio con voz suave, casi chillona.
En la escasa luz de la estancia, Gerardo dejó vagar su mirada a lo largo de la estantería: Paraguas, lámparas, objetos de porcelana, cuadros, instrumentos musicales, una vieja victrola, relojes de bolsillo y de pulsera, alfombras, algunos radios de viejo diseño. Todo un bazar.
-Tengo un poco de todo, como puede ver- agregó solícito- Quizá le interese una pintura para su sala o habitación. Tengo un Greco estupendo.
-¿Original?
-¡Oh no!...ya quisiera yo que fuera original, sin embargo es una copia magnífica, hecha por un pintor citadino muy bueno, Fray Lorenzo ¿Ha oído de él?
Gerardo se inclinó para observar un reloj de bolsillo repujado en oro.
-Mi madre me ha contado sobre él, un sujeto extraño según entiendo- repuso como dejando caer las palabras.
-Fray Lorenzo era un buen hombre, desde niño sirvió como monaguillo por muchos años. Era un pintor genial. El me vendió esta "Anunciación" el día que se marchó de aquí, hará de eso unos cuarenta años...
-¿Y porqué se marchó?- inquirió Gerardo con interés.
El anticuario dejó escapar una tocesilla nerviosa
-Se robó a la mayordoma del convento, huyeron una noche al comienzo del invierno. El vino el día anterior a venderme una colección de discos de música escogida.
-¿Y qué fué de esa colección? ¿La vendió?- inquirió Gerardo con creciente interés
-No toda, aquí son pocas las personas que aprecian cosas como esa.
- Y...¿en esa colección está "El amor brujo" de Manuel de Falla?
- ¿Le interesa esa pieza musical?- preguntó el anticuario entrecerrando los ojos tras los gruesos lentes.
-Es éso, precisamente, lo que he venido a buscar - contestó Gerardo- Si el disco está en buen estado le daré lo que pida por él...
- Es extraño, fray Lorenzo me dijo que esa era su pieza favorita. Tengo la impresión de que a esa música la rodea una aureola de misterio, un sortilegio: "Lo mismo que el fuego fatuo, lo mismito es el querer, le huyes y te persigue, le llamas y echa a correr"- comentó el anticuario con acento enigmático tarareando la melodía en tanto la buscaba en la pila de acetatos- la he escuchado tantas veces...
Gerardo la estuvo escuchando esa tarde en la sala de su casa, en compañía de Teresa, la jóven a quien pensaba declararle su amor. Pero cuando lo hizo, contrario a lo que esperaba, ella le dijo secamente.
-Yo te quiero, Gerardo, pero únicamente como amigo. Lo siento, no quiero que te hagas ilusiones, no deseo que por esto se termine nuestra relación.
Cuando ella se marchó él siguió escuchando aquella música por un largo espacio de tiempo, se sentía decepcionado. Finalmente se quedó dormido en el sofá.
Cuando despertó, se encontró en una ciudad desconocida, frente a un teatro en cuya marquesina se anunciaba, con grandes letras luminosas, la presentación de "El amor brujo". No se dio cuenta de que ya no extrañaba a Teresa.
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